Blanquiceleste S.A. ha dejado de existir


Si la síndico Liliana Ripoll estuviera en estos momentos ligada a la administración de Racing, podría ser la vocera para contar la realidad institucional, con los siguientes términos: «Blanquiceleste, sociedad anónima, ha dejado de existir», en comparación con la frase célebre que la contadora platense pronunció en 1999, pero en relación a Racing Club, Asociación Civil.

Eso se debe a que en la jornada de ayer, se conocieron dos situaciones que derivan en la interrupción definitiva del contrato de gerenciamiento del fútbol de Racing, tal como reclamaban sus hinchas. Porque por un lado, el juez Enrique Gorostegui firmó la rescisión del vínculo con Blanquiceleste («por incumplimientos») y además, como si eso fuera poco, se decretó la quiebra de la firma de Fernando De Tomaso, que va a disolver la sociedad, cuyo única función era administrar los destinos futbolísticos de la entidad de Avelllaneda.

Así de sencillo. El gerenciamiento ya no está vigente. Y Blanquiceleste Sociedad Anónima quebró. Esto último, lo dictaminó ayer el Juzgado N° 20 de la Capital Federal, al hacer lugar a un pedido presentado por uno de los tantos acreedores de la empresa que en la última etapa encabezó el empresario Fernando De Tomaso.

La empresa a cargo del gerenciamiento del fútbol y el estadio de Racing desde hace casi ocho años estuvo en funciones hasta el 30 de junio, cuando la Justicia le suspendió la concesión, a través de una medida cautelar, solicitada por el interventor Héctor García Cuerva. En la tarde de ayer, quedó disuelta y de esta manera, Racing Asociación Civil, que le reclamará una deuda cercana a los 18 millones de pesos, vuelve a tomar el control total de sus actividades, aunque como no tiene dirigentes, el poder será compartido por el órgano fiduciario y el interventor. Porque las elecciones en el club recién se harán en abril del año que viene.

Hay que recordar que Blanquiceleste comenzó sus tareas en la Academia el 29 de diciembre de 2000, luego de que en julio de 1998, el entonces presidente, Daniel Lalín, solicitara la quiebra del club. A cargo de Fernando Marín hasta el 2006, la firma puso en marcha un proyecto para sanear las finanzas del club y pagar toda la deuda en un plazo de 10 años. La mayor conquista durante su gestión fue el campeonato en el Apertura 2001, de la mano de Mostaza Merlo.